Artículo realizado por Soledad Blardone
Cada vez hay más promociones y rebajas tentadoras en el mercado de la belleza. ¿Un buen resultado está ligado a su precio? La mayoría de las mujeres están suscritas a las páginas de descuentos, pero una cosa es comprar un artículo para casa con un 40% de descuento, y otra muy distinta es reservar un turno con un especialista en medicina estética que haga semejante descuento en uno o varios de sus tratamientos. La estética no se promociona como un artículo o un servicio más porque abarca una parte de la salud y también de la imagen.
Retoques outlet
Muchos son los centros y los profesionales que ofrecen retoques estéticos, del mismo modo que si vendieran un producto en un comercio. Pero sucede que la estética no es un producto, no es descartable o desechable ante una falla, y principalmente es un cambio que le hacemos a nuestro cuerpo, con el que hay que convivir a diario.
Los profesionales que estamos en este sector sabemos que cada paciente requiere un tiempo y un tratamiento especial, pensado específicamente para su problemática. Y en esto se basará también la atención que requiera, los productos o aparatos a utilizar, y la cantidad de sesiones recomendadas. Y de estas condiciones dependerán inevitablemente los resultados.
Por esta razón, la estética no se puede vender o consumir como cualquier mercadoría, en la que dos amigas con un 2×1 reciben el mismo tratamiento, durante el mismo tiempo, con el mismo producto o aparato, por un precio menor al que maneja el resto de otros profesionales. Es altamente probable que no necesiten lo mismo, que aunque tengan la misma patología no la presenten en el mismo grado, y que esto haga que requieran diferentes procedimientos por más o menos tiempo.
En el caso de los descuentos y promociones, debemos cuestionarnos acerca de la efectividad del producto o del tratamiento, y evaluar la calidad de los efectos obtenidos y su durabilidad.
Ética y estética
Es cierto que los precios de las promociones estéticas resultan muy atractivos, y que las promesas de cambio son el puntapié para cautivar a cualquier mujer que esté necesitando renovarse. Pero la propuesta es que analicemos más allá de los espejitos de colores que nos entregan, y consideremos si las alternativas ofrecen cambios reales o no. ¿Cómo saberlo? En este punto es fundamental que nos asesoremos por un profesional idóneo, que nos exponga tanto su criterio médico como ético.
Preguntar es una clave para salir de los engaños y hacer mejores elecciones. Si el especialista ofrece una verdadera solución a un problema estético, nos sabrá indicar cómo es el procedimiento, con qué marcas de productos trabaja, cómo serán los resultados y en cuanto tiempo necesitaremos un retoque.
La ética del profesional se juega en este tipo de información, y quien ofrezca soluciones mágicas, inmediatas, definitivas y a bajo costo deberá ser tenido en cuenta para comparar su opinión con la de otros médicos. Esta es la manera de acceder a procedimientos serios y con efectos visibles y óptimos.
La belleza no se regala
Si un profesional ofrece un tratamiento por un valor mucho más bajo de lo que habitualmente se cobra, esta es una señal de alerta para sospechar de las consecuencias de este trabajo. Por tal razón, es elemental estar al tanto sobre los precios de los procedimientos, porque no son un dato menor a la hora de elegir a un médico de la estética serio, comprometido, y que utilice productos de calidad.
Las pacientes tienen que saber que un buen profesional de la estética valora su trabajo y no lo regala. De esta manera, el médico es reconocido por los resultados de sus trabajos y los hace valer a través de los precios de sus tratamientos.
Tampoco regala su tiempo con cada paciente, la evaluación personalizada de cada patología, la cantidad de sesiones, llegar al diagnóstico adecuado y aconsejar un procedimiento acorde a la problemática que se pretenda disminuir o eliminar.
Es así como un profesional confiable tiene pacientes fieles, que recurren a él para depositarle su confianza. Esto no sucede con los profesionales que se promocionan con descuentos, que son los que tienen pacientes eventuales, y que rara vez vuelven porque no ven sus promesas cumplidas.
Productos que valen
Todas sabemos que los tratamientos deben ser realizados por profesionales médicos, que harán valer no solo su trabajo sino también el costo de los productos.
Por lo tanto, un relleno con Ácido Hialurónico nunca puede tener un costo similar al de haceros las manos o realizarnos un corte de pelo. Tengamos en cuenta que estos rellenos se emplean principalmente en el rostro, y que es la responsabilidad del médico especialista garantizar no solo su eficacia y calidad, sino también la armonía estética que la persona va a buscar al consultorio.
Los criterios que hay que aplicar para discernir entre un costo y otro (por más barata y maravillosa que parezca una opción con respecto a la más cara), son el del sentido común y el de la seguridad personal.
Rebajas en la mira
La calidad de los trabajos en estética tiene distintas aristas, que involucran desde los productos y el asesoramiento profesional, hasta la cantidad de sesiones de los tratamientos. Es por eso que una promoción estética atenta contra la excelencia en la esa calidad, porque ese costo que no se paga se recorta de alguna de las consideraciones antes mencionadas.
Las pacientes son las que deben estar atentas y observar este tipo de descuentos, comparando los precios de estos trabajos con los honorarios de otros profesionales. Los resultados, su durabilidad y calidad hacen valer los costos reales de mercado, porque otorgan verdaderos beneficios y, de este modo, fidelizan a las pacientes estéticas.