El buen tiempo y el verano son sinónimo de sol y playa. Una época pensada para disfrutar, pero que tiene en la dermatitis solar uno de sus principales puntos negros que pueden convertir un tiempo pensado para el ocio y el relax en un auténtico problema para la salud.
¿Qué es la dermatitis solar?
La dermatitis solar está provocada por una exposición excesiva a los rayos ultravioletas. Su gravedad varía según el tiempo de exposición, la intensidad de los rayos o la aplicación o no de cremas protectoras sobre la piel.
El momento de exposición al sol elegido por la persona también es determinante, ya que los rayos solares son mucho más agresivos en el tiempo que transcurre en el intervalo de 12 a 17 horas.
Este tipo de dermatitis es uno de los problemas más comunes que sufre la piel. La proximidad al mar, las zonas elevadas de montaña y las pieles pálidas o atópicas son factores a tener muy en cuenta para su diagnóstico.
¿Es la dermatitis solar una alergia al sol?
El principal factor diferencial entre la dermatitis y la alergia al sol tiene que ver con la relación entre tiempo de exposición y aparición. Mientras que para producirse la dermatitis solar tiene que existir una exposición prolongada, en el caso de los alérgicos esto no siempre sucede. De hecho, a veces se dan casos de reacción alérgica con solo unos minutos de incidencia solar sobre la piel.
De sintomatología similar, la alergia al sol puede ser en casos excepcionales más peligrosa, pudiendo llegar a desencadenar reacciones sistémicas por todo el organismo.
Síntomas más comunes de la dermatitis solar
Este tipo de quemaduras aparecen con un enrojecimiento generalizado de la zona expuesta, que puede ir acompañado de pequeñas ampollas en la epidermis.
Tras las primeras 24 a 36 horas, la piel baja su inflamación y empieza a agrietarse y descamarse, produciéndose una anti estética micropigmentación de la piel.
Suele cursar con otros síntomas como fiebre, cefaleas, náuseas o incluso vómitos, cuya intensidad será directamente proporcional al tiempo de exposición al sol.
Pacientes de riesgo en la dermatitis solar
Por grupos de edad, los ancianos y los niños son los más vulnerables a este tipo de exposiciones solares tan intensas.
Por morfología, las pieles más pálidas (de ascendencia nórdica) y atópicas, sufren más con la exposición solar. Las personas con fototipos de piel oscura tienen una elevada resistencia a este tipo de lesiones.
Dermatitis solar: tratamiento y cuidados
Una de las primeras medidas a realizar antes de cualquier exposición es la aplicación de un protector solar de alto nivel de protección (factor 50 en adelante) y que sea de buena calidad. Conviene además leer con atención las recomendaciones del fabricante respecto a la frecuencia de aplicación, resistencia al agua o arena y duración de la protección. Una buena hidratación y evitar la exposición directa en las horas centrales del día son también buenas medidas para evitar la dermatitis solar.
En el caso de que ya se haya producido, se deben aplicar cremas hidratantes frías, que disminuyan en la medida de lo posible la temperatura de la piel. Hidratación abundante, duchas de agua fría e incluso la aplicación de algunas cremas con glucocorticoides (por prescripción médica) son también cuidados básicos ante estas lesiones.
En casos extremos, con afectaciones de capas más profundas de la piel, se recomienda el uso de apósitos húmedos combinados con cremas de diversos tipos (también bajo prescripción médica). Además, es importante no volver a exponer la piel al sol hasta la remisión completa de los síntomas y la curación completa de la epidermis.
Por ello, disfrutar del sol y nuestro tiempo de ocio no debería ir reñido con la protección de la piel y salud. Con seguir algunas pequeñas recomendaciones y consejos, la piel lucirá al final tras el periodo estival tan bonita y joven como durante el resto del año.