Nos sentimos atraídos por lo bello y la armonía. Los griegos a través del arte estudiaban la belleza como una fórmula matemática, pero ¿es la belleza, perfecta? Esta suma de armonía y proporción no significa que la perfección exista, y más, algo como la belleza.
Nos gusta envejecer con dignidad, en buenas condiciones, obteniendo resultados dinámicos que nos ayuden a una evolución de la vejez siempre con elegancia. Hay que poner orden al caos que existe dentro de la Medicina Estética y, para ello, es necesario ponerse en manos de médicos especializados que estudien la armonía de nuestro rostro y pueden ofrecernos tratamientos seguros, innovadores y que nos ayuden a mantener ese buen aspecto que todos queremos conseguir.
Nadie es perfecto y, por ello, la belleza no es perfección; no se trata de “planchar” una arruga, sino de atenuarla; no es cuestión de aumentar labios, sino de dulcificar la sonrisa…
El sentido estético al fin y al cabo es el sentido común.