El melasma facial es una de las problemáticas estéticas a las que tienen que hacer frente las mujeres en su edad adulta. Este tipo de manchas se caracterizan por un exceso de coloración y se manifiestan ocupando grandes áreas de las zonas más visibles del rostro. Descubre qué es el melasma, cuáles son sus causas y qué tipos existen para poder ponerles solución.
¿Qué es un melasma?
Los melasmas o manchas faciales son coloraciones que aparecen en zonas de la piel que están expuestas al sol a menudo. También se conocen como cloasmas y se trata de una forma de hiperpigmentación en la piel.
El melasma puede afectar a cualquier persona, independientemente del sexo, aunque las mujeres con tonos de piel canela suelen ser las más afectadas por estas manchas faciales.
¿Dónde suele aparecer y por qué?
La zona más común en la que suelen aparecer estas manchas de color oscuro es en el rostro, aunque también y, de forma ocasional, aparecen en el cuello o en los antebrazos. En general, son susceptibles de aparecer en cualquier zona expuesta al sol. En el rostro, las zonas más frecuentes para su aparición son las mejillas, así como el puente de la nariz, el labio superior o la frente.
Su aparición está ligada a una excesiva producción de melanina, que es el pigmento encargado de definir el color de nuestra piel. Este aumento en su producción puede tener diferentes causas, aunque la gran mayoría de ellas están relacionadas con los cambios hormonales. Así, las mujeres que toman anticonceptivos orales y las que están embarazadas son candidatas a sufrir melasmas.
Cuando el origen está ligado a las hormonas, una vez que el cambio se restablece, el melasma puede desaparecer. Esto se debe a que las hormonas pueden ser las encargadas de estimular la creación de melanocitos, unas células que producen la melanina.
Es el caso de las manchas que aparecen durante el embarazo y que tras el parto pueden dejar de estar presentes en la piel. Lo mismo ocurre con la ingesta de anticonceptivos con estrógenos, en cuyo caso una menor ingesta de esta hormona puede repercutir también en la desaparición del melasma. Aunque no lleguen a desaparecer, los melasmas con estos dos tipos de origen son fáciles de tratar.
Además, pueden existir factores condicionantes para la aparición de melasmas en la piel, como puede ser la edad o la predisposición familiar. En estos casos, no se trataría de manchas temporales que puedan llegar a desaparecer y su tratamiento puede llegar a dificultarse. Por otro lado, algunos medicamentos antiepilépticos pueden ser causantes de estas manchas faciales.
Tipos de melasmas
El método más adecuado para el diagnóstico de un melasma es la Lámpara de Wood. Esta técnica permite identificar el tipo de mancha que vamos a tratar, un aspecto fundamental para conseguir un resultado exitoso. Y es que aquellos melasmas que afectan a las capas más superficiales de la piel serán más fáciles de erradicar que los que inciden en la dermis en profundidad.
Existen tres tipos de melasmas:
- Epidérmico: este tipo de mancha afecta a la capa más superficial de la piel. Se caracteriza por una hiperpigmentación de color marrón intenso y por tener los bordes muy marcados.
- Dérmico: este melasma incide en las capas más profundas de la piel y se caracteriza por presentarse con un color azulado o grisáceo.
- Mixto: este tipo de melasma combina los dos anteriores, por lo que también se combinan los colores y el resultado es una mancha marrón grisácea.
Aunque los melasmas no causan ningún síntoma ni afectan a la salud, ya que tan solo decoloran la piel, para muchas mujeres pueden llegar a convertirse en un problema estético. Por ello existen diferentes tratamientos para combatir el melasma y que pueden suponer una forma efectiva de eliminar el melasma definitivamente. Un tratamiento domiciliario con fórmula magistral pautada por el médico, protección solar y peeling químico es la forma más correcta de tratar el melasma.